Amigos del thinking

viernes, 8 de abril de 2011

No es por joder


No es por joder

La manifa ni-ni de los angry young españoles, frustrados porque Papá-Estado no les soluciona la vida pone de manifiesto dos evidencias, a cual más paradójica: 

1) La juventud occidental que, desde el 68 a esta parte, iba a poner patas arriba el mundo, salvar las ballenas y parar las guerras ha resultado ser el paradigma de la frustración: pide teta de la ubre estatal. Vaya, vaya. Quienes anunciaban la revolución para "un mundo cansado y con canas" (Serrat dixit) corren a esconderse en el búnker de los pusilánimes o en el manifestódromo de las señoras bien del PP. Quienes prometían dar la vuelta a la sociedad, se evaden con una manifestación ni-ni (ni chicha ni limoná) en lugar de ir a las barricadas que es lo que toda juventud digna de ese nombre debe hacer. O se da al botellón, como hace un siglo ahogaban sus penas los obreros irredentos en la taberna, los sábados por la noche.

2) No se me retiren, que los jóvenes no son sino las víctimas. Salidos de ese West Point de la deseducación que son las LOES de los últimos 20 años, amamantados por esa hiena con piel de benefactora que es el Estado-del-bienestar, los chicos ni-ni sólo tienen una pequeña parte de culpa. Los informes de la OCDE sobre educación no son tanto un fracaso de estos jóvenes maulas como un suspenso de padres, profesores y gobernantes.

Quienes les hemos hecho cabestros o consumistas –carne de cañón del sistema– somos nosotros. Nada más letal para los jóvenes que el proteccionismo... nada más estimulante que la exigencia. Nosotros y unos gobernantes que, a golpe de reírles las gracias y de subsidio, han alumbrado una generación de peterpanes. Hasta que los graneros se han quedado vacíos.

El intervencionismo siempre es contraproducente. No es por joder, como dice Leguina, pero ¿por qué los gobernantes se empeñarán siempre en salvar nuestras vidas y esquilmar de paso nuestros bolsillos? 




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